11.7.14

DE VERDAD

Llovía mucho, aquella ciudad era una en la cabeza y otra en los ojos.
Tu caminabas delante mía, yo rezagado escuchaba a un amigo. No me interesaba lo más mínimo lo que me estaba contando. Tu seguías adelante sin mirar atrás, sin saber que te seguía. Y miraba como te mojabas y entré en una tienda para comprarte algo que pudiera protegerte de aquella luvia y de aquel frío, pero la tendera no entendía mi idioma, y yo sólo veía cosas inútiles colgadas por todos lados. Le hacía gestos intentado explicar pero no servía para nada.


Y luego estábamos en aquel castillo, y yo estaba suspendido en el vacío con las manos en un pedrusco con forma de esfera. De pie al borde del precipicio, y sin prestar atención a mi más que probable hostia mortal, me hablabas de cosas sencillas que aun en mi situación me encandilaban.
Yo miraba tus zapatos y pensaba en si aguantar para siempre colgado de ahi, o soltarme un instante para impulsarme y poder subir contigo, poder escucharte tranquilamente.

Decidí lo segundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una .