1.7.14

De provecho.

Seguía triste y nervioso, a punto de perder contacto con el mundo en cada nuevo desvarío, siempre luchando contra eso mismo, poniéndome obligaciones y maldiciéndome. Por cada paso hacia arriba dos plomos en mi bolsillo.

Incapaz de hacer nada, de pensar en otra cosa que en tí y en lo peor de mí.
No era pensar, era ser atropellado por delirios en bucle. 
Estaba a punto.



-Oye eres un sinvergüenza, y un vago, un narcisista, un mierda, no paras de compadecerte, eres mala persona y eres incapaz de hacer nada provechoso.
-¿Y qué quieres que haga?
-Cosas. Apuntarte al gimnasio, montar a caballo, medrar y socializar.
-De verdad que me da pereza. Y además una pereza que me deprime y me mantiene ocupado pensando en ella.
-Me das asco.
-Yo a mi también. Y tu a mi también, pero te aseguro: No lo hago con mala intención, hace mucho que no me mueve la venganza ni la envidia, tampoco la ambición.
-Pues debería, un hombre interesante debe tener ambiciones y proyectos.

-De acuerdo. Sí. Vale. Montaré a caballo, lo prometo.

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